Coser para Fuera
Siempre me han interesado los oficios, exigen rutina, control y disciplina, sólo desde ese espacio soy capaz de tener una voz.
En mi pueblo he visitado talleres de costura desde niño, allí entendí que para confeccionar un traje era necesario copiar un patrón, hilvanar la pieza, a veces deshacerla cuando no estaba bien expuesta y montarla de nuevo, luego plancharla para entregarla al cliente tal y como se había diseñado originalmente.
En ese proceso tiene que haber amor, el amor y el humor son dos emociones importantes para que la vida sea leve.
Sólo desde lo liviano podemos comprender la hondura de un rayo de luz que entra casual por una rendija de una ventana mientras estamos ocupados en lo que parece importante.
Coser, rasgar y reconstruir es el ritual de cualquier modista y también el mío en el estudio. Disciplina y desprecio al trabajo hecho, autocontrol e irracionalidad, estudio previo pero al final la paranoia como método de conocimiento y de comunicación. Dibujar cosiendo para luego darle la vuelta a la tela y ver lo que no estaba previsto que fuera visible, esperar siempre que el milagro surja sin esperarlo.
El método es el azar, pero para que este actúe hay que convocarlo y sobre todo saber reconocerlo.
En el interior de cualquier persona hay dibujos extraños esperando que alguien los descubra y deseamos a veces que, tal vez un desconocido nos meta su mano por nuestra boca y muestre nuestro envés, sobre todo ante nuestros propios ojos para poder reconocernos luego ante el espejo.
Carlos Rivero