Las esculturas de Medín no quieren ser prisioneras y vivir entre las sombras como en el “mito de la caverna” de Platón; no quieren ser personajes de A caverna de Saramago y perderse entre los escaparates de grandes almacenes o centros comerciales, las cavernas de la época contemporánea; y no quieren ser “erisictones”, mujeres y hombres impíos y sacrílegos, cuyo castigo y cuya hambre insaciable los lleve a devorarse a sí mismos. Desean encontrar la luz, el conocimiento y la sabiduría para dejar de ser rostros sin alma.
Mª Eugenia Padrón
Tenemos ante nosotros unas meditadas reflexiones de Medin Martín sobre la condición humana, sobre el mundo que nos encontramos, cuando nos traen a él, y el que sumamos a lo largo de la existencia. Sobre qué es real, tangible, verificable, y qué corresponde a su eco, su sombra, sus reflejos, son reflexiones que nos retrotraen al mito de la caverna, de Platón (Grecia, 427-347 a.C.), en realidad una alegoría, explicación metafórica, en la que seres humanos, prisioneros, confinados, sólo alcanzan a ver y conocer las sombras reflejadas, por la luz de una hoguera, de lo que sucede en el exterior de la caverna. Medín nos dirige, aún más, a La caverna, de José Saramago (Azinhaga, Portugal, 1922 – Tías, Lanzarote, 2010), novela que vio la luz el año 2000. Obra que forma parte de una trilogía, junto con Ensayo sobre la ceguera y Todos los nombres, en la que Saramago deja reflejada su visión del mundo que le tocó vivir, y nos correspondió a nosotros, sus contemporáneos, protagonizada por un alfarero y su familia, en una sociedad postindustrial, en la que su trabajo artesano se ve desplazado por la producción en masa, de los arrolladores centros comerciales.
Y tenemos, además, un valor añadido, por Medin Martín, en la materia de la que se vale, para dar vida a sus obras, en particular la madera. Nos transmite el escultor que las maderas de sus esculturas tienen una vida, una historia propia, y nos las comenta, pues han sido rescatadas de maderos, de árboles que, en sus lugares originarios, tuvieron una presencia destacada, o dieron fruto a sucesivos usos. Maderas, que al llegar, ahora, a las sensibles manos de Medin, recobran vida, ofreciéndoles una nueva existencia, en forma de las distintas piezas, esculturas, que ahora nos ofrece en el Espacio Bronzo.
Celestino Hdez