Sala de Arte

Francisco de Armas-Ellas
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15 SEPTIEMBRE – 13 OCTUBRE 2017

En esta ocasión recibimos con mucha ilusión este trabajo. Nuestro compañero y fundador de la empresa Bronzo se animaba a exponer su trabajo.

Una muestra que no pasó desapercibida ante los ojos de los visitantes y que llevó a un grupo de personas a participar, opinar y criticar dicha muestra en la propia sala con una intervención sutil y rotunda. Acto que agradecimos enormemente ya que comprobamos que la sociedad está viva y deseando participar, que la muestra ha provocado interés, que se genera un diálogo, que nos reconocen como un lugar para el debate, y esto es lo mejor que le puede pasar a un espacio cultural.

A continuación añadimos el texto que para esta ocasión eligió el escultor Francisco de Armas. Un texto de Maria Eugenia Padrón San Juan

ELLAS

         Francisco de Armas nos invita a contemplar distintas piezas escultóricas que él ha reunido bajo el título “Ellas”, un simple pronombre en plural, una expresión breve y concisa, pero que encierra un contenido inmenso, lo que facilita a los visitantes interpretaciones diversas relacionadas con el mundo de las mujeres; MUJERES con mayúscula a las que está dedicada esta exposición, la primera exposición individual del autor. Este acto significa un reconocimiento a todas las féminas que, con su enseñanza, le han permitido crecer como hombre, como persona.

         La mujer, a lo largo de la historia, ha sido la musa, la fuente de inspiración de las creaciones de gran parte de los artistas. Se ha convertido en el centro de interés de escultores, literatos y pintores. Como es natural, cada época y cada artista le ha dado un tratamiento diferente.

         Quizá por la ausencia de mujeres en su infancia, Francis comenzó a interesarse y a explorar el mundo femenino en su adolescencia. Por la importancia que las mujeres han tenido en su experiencia vital, ha decidido hacerles este homenaje. Para ello, ha creado tres piezas. La primera, un sugerente pubis, está elaborada con dos mil clavos de acero y una tabla de madera pintada. Posiblemente, por el título, “Él”,  y por el juego que el autor nos plantea, la dualidad pubis – flor, esta obra requiere, al mismo tiempo que permite, a los que la contemplan una interpretación altamente subjetiva, libre e imaginativa, que es lo que, en definitiva, el artista desea despertar con esta propuesta escultórica.

         En su segunda obra, una pieza múltiple cuyo nombre coincide con el título de la exposición, “Ellas”, el artista modela el aluminio y nos presenta una serie de ombligos distintos, algunos familiares, que, aunque ante nuestros ojos aparecen como seres anónimos, sin embargo anuncian la presencia de las mujeres, y de los pensamientos de estas mujeres, con las que Francis ha compartido y sigue compartiendo vivencias de distinto tipo.

         El ombligo es la cicatriz, la marca, que recuerda la íntima unión de la madre y el feto durante los meses de gestación. Por eso, quizá, la primera interpretación que hacemos cuando observamos este conjunto de ombligos es la de “la mujer y el origen de la vida”, “el ombligo y el origen de la vida”. Esta ha sido una concepción muy común en todas las civilizaciones; podríamos poner innumerables ejemplos, pero solo citaremos uno que nos parece muy ilustrativo. Es el caso de los unmatjera, una tribu aborigen australiana, cuyos miembros pensaban que los llamados “muris”, o “gérmenes de los niños”, se escondían detrás de las rocas o de los árboles con el fin de sorprender a las mujeres y entrar por sus ombligos para  embarazarlas, sin relacionar, en ningún momento, el orificio por donde parían sus esposas con el orificio de la concepción.

         Por otro lado, aunque estas piezas no han sido creadas con un fin erótico, sí podemos hablar de la sensualidad que se desprende de ellas, en especial de la serie de ombligos. Siempre se ha dicho que el ombligo de la mujer desata la imaginación, la fantasía masculina. Por ello, en la sociedad occidental, durante mucho tiempo, ha sido un tabú la exposición de un ombligo desnudo, pues era considerado un estímulo visual erótico, una sede de lujuria en la mujer. Actualmente, el ombligo es la zona erógena que de forma más abierta muestran las féminas, especialmente las jóvenes, que lo lucen como un atractivo personal, al que le asignan, incluso, un valor estético. Su preocupación por tener un ombligo bello las lleva a decorarlos con adornos metálicos.

         La tercera pieza, titulada “Ella”, está elaborada con plástico, silicona y vendas de algodón. Refleja la mirada protectora de Francis hacia las mujeres y sus deseos de liberarlas de todos los sentimientos negativos que esta sociedad pueda provocar en ellas: la soledad, la humillación y la vejación, el sufrimiento, la negación, el dolor.

         Las mujeres de Francis no son las “Venus” prehistóricas que simbolizaban la fertilidad y el origen de la vida, igual que las féminas de vientres abultados de las obras medievales; tampoco son las mujeres que encarnan el ideal de belleza de las épocas renacentista, barroca o romántica. Las esculturas de Francis son mujeres que han dado origen a los grandes cambios sociales y culturales de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI. Mujeres que se enfrentan  a una sociedad que las ha condenado a un segundo plano. Mujeres que desarrollan su trabajo con dignidad y fuerza. Mujeres libres, que han aprendido a valorarse a sí mismas y a valorar su cuerpo. Mujeres sensuales, que disfrutan de los deleites y de los placeres. Mujeres, en fin, que encaran con valentía los misterios de la vida y del amor.

         Esta simbiosis de sentimientos e imaginación, de deseos y sueños, producto de la combinación de diferentes formas y diversos materiales, nos permite asegurar que Francis está dentro del grupo de artistas que han posibilitado la evolución de las técnicas de la comunicación escultórica moderna.

                                                         María Eugenia Padrón San Juan

Francisco de Armas