La obra de Julio Espinosa es un homenaje a su niñez cuando Julio observaba lo desconocido y liberaba del olvido lo que pasaba inadvertido para los adultos, como un reflejo de esas pequeñas cosas que vagan en los charcos o arrastrados por el viento huyen de su forma original. El crea estructuras propias que embellecen su entorno.

Cada pieza es la evolución de un gusano metálico cuya materia se descompone para  formar ramificaciones inesperadas.

Ligera y volátil, la pieza interactúa con el espacio vacío de su interior. El acero se torna blando al descomponer la rigidez de lo compacto.

Colgada de un hilo, flota en el aire alejándose de la pesada escultura calcolítica o de la densidad del bronce representativo. Cada escultura es un edificio en potencia, que juega con la luz y su baile de sombras enraizadas en la flexibilidad de la naturaleza.  En realidad es arquitectura valiente expresada en esculturas.

Cada trabajo de Julio es una obra de autor rebelde y sensible. Son diseños vivos que invitan a la meditación, no cansa su contemplación e inspira interpretaciones. El arte no conoce limitaciones cuando nace como respuesta a un sentimiento.

Ángel Pageo.